Esta historia empieza en 2009, cuando después de cuatro años de formación musical en piano, cogí una guitarra y empecé a escribir.

 

            El escenario de mis dos primeros años como músico fue la ciudad de Mostar, en Bosnia y Herzegovina. Allí tuve la suerte de explorar mundos musicales muy diversos y escribir canciones sobre la situación social en los Balcanes en lengua serbocroata.

 

           En 2011 la cosa cambió y Madrid me recibía, como a cualquier otra persona, con una enorme variedad de posibilidades, pero también con el reto de no sentirse perdido en un universo tan grande. La música siguió sonando, llevándome por bares, centros sociales ocupados, plazas y demás rincones. En 2013 vio la luz “Más allá del bar”, un trabajo acústico donde se condensa en nueve canciones buena parte de la música que venía haciendo hasta entonces.

 

       Sintiendo la necesidad de pasar de lo acústico a un sonido más contundente comencé en 2014 la grabación de “Audioghetto”, publicado en septiembre de ese mismo año. Con estas catorce canciones pude ver materializadas las ideas musicales que venían rondando mi cabeza años atrás, transformando el sonido cantautor en los estilos que realmente me motivan, como el ska, el reggae o el punk.

 

       En 2015 no paró la música, ni mucho menos, y tuve la oportunidad de moverme por muchos sitios, compartiendo escenario con artistas como Trast o San Blas Posse. En el mes de septiembre de este año aparece el EP “La ciencia de jugar”, con dos temas inéditos, uno de ellos en colaboración con los guitarristas de Camaleón Daltónico, y la reedición de un tema que desde años atrás sonaba siempre en los conciertos.

 

            Cada vez mejor acompañado, ahora me motiva la idea de trabajar con otros artistas, de juntar voces y sonidos, de mezclar estilos hasta que ya no queden etiquetas. Sobran motivos para seguir haciendo ruido, pero sin olvidar que la revolución será cantada, o no será.